lunes, septiembre 17, 2007

Imaginación al poder

“¿Otra vez con tus tonterías? Voy a colgarte. Adiós.”
Ruy escuchó cómo se cortaba la comunicación. Maldiciendo su mala costumbre de bromear por telefono, volvió a marcar el número de su nóvia, mientras corría. No podía dejar de correr, maleta en mano, aunque no supiera como escapar de lo que intuía el fin. “Te lo juro cariño, se están cayendo las torres, un avión ha chocado contra ellas, te lo prometo, esta vez no es broma. ¡Te quiero! ¡te quiero! ¡Te quie... Pzzzzzzz”. Ahora fue la chica quien perdió la comunicación. Y se asustó. Como se tratase de otra de las jugarretas de Ruy para hacerse perdonar, le abandonaba fijo. Pero el muy imbécil la había dejado preocupada. ¿Y si era verdad? Vamos a ver, pero cómo va a ser cierto, joder ya, que no aprendes, se dijo. Abandonó el móvil en el sofá y se metió en la ducha. A la porra. Menudo gilipollas de nóvio se había echado. Mientras abría el grifo del agua caliente, recordó las bromas que le había colado. Como aquella vez en que le hizo creer que habían descubierto un extraterrestre infiltrado en la casa blanca, camuflado de presidente. Otra, que un espía americano se había pasado al enemigo y que estaba decidido a cargarse el mundo entero. Eso por no mencionar aquella ocasión en que le juró que cinco chalados habían secuestrado sendos aviones sin que nadie les pillara. Ella se había creído todas esas bromas, dando fe de su inocencia. Pero lo de hoy era demasiado ya. Estaba escarmentada de tener un nóvio chiflado. Que se caen las torres, dice. Se aplicó la mascarilla de pelo y, barriendo el enfado, no pudo reprimir una carcajada. Al fin y al cabo es un buen chaval, se dijo, sólo que un poco fantasioso.