"Mirillas"
Yo soy un tío normal, afortunado en el juego y tambien en amores. Lo del curro ya es otro cantar, aunque a trabajador no hay quien me gane, la verdad. Así que aquí estoy desde las seis de la mañana, en mi recibidor, detrás de la mirilla vigilando el rellano para ver al tipo este salir de su casa. Sin desayunar ni nada, estoy a punto de desmayarme pero como Manolo que me llamo que a éste elemento le pillo yo, diga lo que diga mi mujer.
Por este motivo me he pedido una semana de vacaciones en el estanco donde trabajo cada día de siete de la mañana a diez de la noche. Empecé el lunes pasado, pero como ya le comenté al encargado, las emergencias vienen sin aviso, y tener un vecino que se mete en tu casa y que quiere suplantarte la vida, no es cosa fácil de llevar. Creo que lo comprendió perfectamente, por que me dijo que por él podía tomarme la eternidad entera, que lo primero es lo primero. Este encargado es muy enrollado, lástima que su tono de voz sea tan serio: tantos años de fumar le dejan a uno las cuerdas vocales hechas un terremoto. Pobrecito.
Estoy pensando que es una lástima que mi Mary se haya largado ya a trabajar. Si estuviera aquí conmigo, podríamos relevarnos un rato, porque la verdad, son las siete y cuarto y me muero de ganas de ir a mear. Pero me conozco muy bien a los que son de la calaña del notario este, y seguramente está esperando que yo me dirija al baño para salir de su casa y escurrir el bulto, o sea que no moveré de aquí, por si las moscas. ¡Es que ya son ganas de joder! ¿qué quiere? ¿que no me entere que se ha ido y me pase el día aquí esperando? Algunas veces me dá por pensar que la gente que sólo viste trajes de Armani acaba mal de la cabeza. Y no es de extrañar, tiene que ser muy incómodo esquivar la americana cada vez que te pica el sobaco, o llevar esos zapatos brillantes todo el santo día. Pues no haberse metido a opositar, digo yo. Ahora que no se queje y que se aguante al verme a mi con mis tejanos gastados y mi onorack rojo. Que mi vida le mate de envidia no es motivo para entrometerse cada mañana en mi casa. No debería haber dejado nunca la llave bajo el felpudo. Creo que se ha hecho una copia el tío.
Mira, ahora se va su mujer. Ostia qué buena está. Lo que más me gusta de ella es su facilidad para cambiar de imagen. Hoy veo que va rubia y no lleva tacones, aunque no le hace falta, menudo palmito. El otro día estaba peliroja y creo que era más bajita. Puede que el Notario este tan raro cobre un pastón y pueda permitirse una churri que se alarga o se encoje depende el día, así que le ha dado por que su mujer se parezca a mis nóvias. Es que el tipo, de verdad, acaba por tocarte los cojones. Seguramente se piensa que no me he dado cuenta que no hace otra cosa que estar pendiente de mis ligues. Lo comprendo, él lleva casado veinte años con la misma pájara, debe ser un coñazo ver siempre la misma cara al levantarte, así que la ha convencido para que vaya adaptándose a la imagen de mis glamourosas acompañantes. Vale que el tipo desee llevar mi vida y suplantar mis aventuras amorosas, pero eso no justifica que cada mañana venga a tomarse el café con leche en mi casa y que encima me mangue las madalenas. El otro día hasta me dejó una nota en la nevera que me recordaba que comprara más, pues se habían terminado.
Ui por Dios, que tengo hambre, joder... Son las Ocho menos cuarto. ¿Pero qué estará haciendo este buen hombre? ¡A ver si se habrá quedado dormido! Lo dicho: estos Notarios son de un gandúl escandaloso. Seguro que el tío está detrás de la mirilla de su recibidor esperando a que yo salga de casa para meterse él aquí. Pues no, hoy va a quedarse con las ganas. Esta mañana no me quito ni mis pantunflas de seda, ni mi bata azúl marino con preciosos brodados chinos en la solapa. Sé que le gustaría entrar aquí al verme marchar, y vestirse con mi ropa de andar por casa, tomarse mi café y mis madalenas, y tumbarse en mi chaise-longue a hojear la prensa, hasta media mañana, que es cuando llega la señora de la limpieza. Pero hoy va a ser que no. Por mi puede darle un achaque al corazón mientras espera a que salga yo por la puerta, se quedará tieso, por que hoy Manolo no pasa por el aro. Que le dén.
Ops ! Ahí le tenemos…¡se ha rendido ! Como ha visto que conmigo no puede, y que le he pillado, no le ha quedado otra que abandonar la mirilla de su puerta, vestirse en un periquete y hacer ver que se va al trabajo. Será gilipollas ¿qué se creía? ¿que me iba a ganar sólo por que es Notario? Pues no, a tozudo, gano yo, que por algo soy aquí el perjudicado. Fíjate el tío si disimula mal que ha salido todo trajeado y con el pelo mojado aún. Eso significa sin duda que se ha tenido que duchar en un plis, cuando ha comprobado que hoy yo no me iba de casa. Si es que no deja de observarme, que lo sé yo. Pero mucho glamour y poca picardía. Eso es lo que tiene, por eso le corroe la envidia al ver que yo soy mucho más listo que él. Le comprendo pero no le compadezco para nada.
Bueno, ya se ha ido en el ascensor. Menosmal. Voy a hacer pis rápidamente, me afeitaré un poco, cierro todo, cojo las llaves y me voy a desayunar. Tengo ganas de ver si el despistado de mi vecino se ha acordado de comprarme madalenas.